Opinión

La oportunidad azul

La decisión del Presidente de la República, Iván Duque, de solicitar al Partido Conservador la presentación de una terna para suplir la ausencia absoluta del alcalde titular de Cartagena, Quinto Guerra, ante la confirmación de la nulidad de su elección por parte del Consejo de Estado, generó una nueva fase de incertidumbre político – administrativa en la ciudad,

Algunos juristas consideran que el Presidente no tenía que pedir la terna, porque al darse la nulidad de la elección, se entendería qué, para efectos legales, ese acto no existió, y por consiguiente el partido azul, no tendría derechos sobre un cargo, que no ganó.

Pero como el derecho no es absoluto, sino de interpretaciones, otros abogados esgrimen la Ley 1475 de 2011, que en su artículo 29 define el procedimiento para llenar las faltas absolutas de gobernadores o alcaldes, concediendo al partido que inscribió al candidato, el derecho a presentar nombres para sucederlo. Es decir, la Ley no hace distinciones entre las causas que originan la falta; sea voluntad propia del mandatario elegido, su muerte, o una sentencia de nulidad en contra.

La misma Ley establece sanciones para los partidos que inscriban candidatos inhabilitados, que van desde la perdida de la personería jurídica, hasta la suspensión del derecho a presentar candidatos o listas en siguientes elecciones, pero, les deja intacta su posibilidad de ternar a eventuales sucesores, de su aspirante sancionado.

Así las cosas, más que un conflicto jurídico, lo que afronta el Partido Conservador, ante la opción de presentar la terna solicitada por el Presidente, o desistir de hacerlo, es un dilema ético – político, y una encrucijada que pone a prueba su sentido de responsabilidad social.

La profunda crisis que afrontan los partidos en Colombia, obedece en buena parte al divorcio de sus líderes y representantes con la comunidad. En ese contexto, el caso del Alcalde (e) de Cartagena, Pedrito Pereira, resulta exótico, no solo por la eficiencia demostrada en la superación de la crisis administrativa que encontró, y su positiva gestión, sino por la capacidad de conectar con la gente, hasta el punto que el 75% de los ciudadanos respalda su gestión, según una reciente encuesta del CNC.

Como lo advirtió El Universal en un editorial, el partido azul podría querer un “nuevo nombre sentado en el despacho del Palacio de la Aduana ahora que estamos de cara al próximo debate electoral”. No obstante, para el común de los cartageneros ello sería un craso error de esa colectividad, por la nueva desestabilización que produciría a la ciudad. El sentido común indica que los conservadores deberían aprovechar la oportunidad de conectar más con la gente, mediante la continuidad de un buen alcalde, y no experimentar con maniobras electorales.

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