Opinión

Lo que se necesita no lo tienen: Humanismo y Grandeza

Por: Toño Sánchez Jr.
Yo creía que el portón de entrada a todo lo malo era la avaricia, pero cuan equivocado estaba, había otro portal inmenso, lleno de ornamentos y con un bello zaguán, que da paso a lo peor de lo peor: a la soberbia. Y muchos llamados líderes de este país han traspasado los dos a sus anchas, sin importarle las nefastas consecuencias que están viviendo millones de colombianos de bien.


Desde hace varios años dos extremos de este país se han dado a la tarea de convertir la política, la democracia y el debate en un combate de enemigos, en donde tiene que haber la destrucción total del otro. Y cada bando tiene entre sus seguidores enervadas legiones dispuestas ‘a lo que sea’, ‘cueste lo que cueste’, con tal de imponerse uno al otro. “Patria o Muerte”, aunque usted no lo crea, es el lema de los dos siniestros y oscuros extremos.
La única diferencia entre unos y otros es lo que tienen sobre su mesa de noche. Los de una orilla ponen sobre su mesa de noche: la Biblia, la Constitución, el Código Penal, la Contratación de todo el país y el folleto ‘Por qué es lícito matar comunistas’. Los de la otra orilla tienen: el Capital de Carlos Marx, la Constitución reducida (Solo a los derechos que tienen), la traducción del francés de los Derechos del Hombre, toda la nómina y contratación del país y el folleto ‘Manual de todas las formas de lucha’.
Han vendido solo odio, miedo, desprecio, resentimiento y deseos de venganza.
¿Y qué esperan recoger?
Unos, ruegan para que un policía o soldado se desquicie y asesine a decenas de manifestantes, para poder gritar que “las balas asesinas del Estado están acabando con el pueblo”, y atribuirse un triunfo a costa de la sangre inocente ajena.
Otros, piden ‘autoridad’, ¿y qué es ‘autoridad’ para esos autoritarios? El hacer ‘lo que haya que hacer’ para defender la institucionalidad.
Institucionalidad que ellos despedazaron desde hace años ignorando a la verdadera Colombia llena de pobreza, exclusión, desigualdad, desesperanza, desempleo y humillada por la falta de oportunidades. Pero si uno escribe o habla de esto te tildan o estigmatizan de comunista. Y si uno pide que se respete la Constitución y se castigue a los vándalos, entonces te etiquetan de derechista, fascista, o lo que es peor, de uribista.
Ya está bueno que esta caterva de extremistas se usurpen el derecho de opinar solo ellos y de satanizar a quienes OPINEN o PIENSEN diferente a ellos.
Yo no necesito ser de ningún extremo para reconocer que a este país se lo han robado una camarilla que hoy está asustada. Y por el otro extremo una legión que quiere su turno para hacer lo mismo.
Yo no necesito ser de izquierda o de derecha para tener en claro que el VERDADERO PROBLEMA de este país es LA CORRUPCCIÓN EN EL PODER JUDICIAL. Para tener claro esto no se necesita ser derechista, socialista o comunista. Se necesita solo hacer uso del mejor regalo de la vida: el sentido común. Es desde esta cloaca llamada ‘justicia’ de donde se derivan todos los males e injusticias que han llevado a esta Nación a la desesperación.
Como tampoco necesito ser de derecha para tener en claro que el otro extremo es siniestro, insondable y terriblemente peligroso.
Querían ‘Castrochavismo’, bueno, aquí lo tienen.
Cuando se inventan monstruos, tienes que tener el cuidado de no terminar pareciéndote a uno de ellos, he leído. Bueno, todos esos demonios que se inventaron en un reciente pasado y se los impusieron a los colombianos están hoy causando estragos. Recibes lo que dices. De esto último no hay duda. Y es una lección que se está aprendiendo todavía.
Hoy todos ellos son peores monstruos y demonios que los que se inventaron.
Muchos buscan los males del país con los últimos acontecimientos lo que es un injustificable, espeso y grosero error.
Todo esto nació hace muchos años. Cuando la soberbia llevó a muchos a violentar la Constitución y hacer con ella lo que les venía en gana. Cuando desconocieron a los millones de colombianos que sufrían verdaderamente el fragor de la guerra. Pero que querían mitigárselos con programas asistencialistas como ‘familias en acción’ y otros. Mientras tanto los de la camarilla o secta se asaltaba o se despachaban el presupuesto de la Nación entre sus amigotes y familiares.
Tampoco se necesita ser de izquierda o comunista para ver esa grosera verdad. Ni se necesita ser de derecha para ver la perversidad de los de la izquierda fundamentalista. Lo reitero, en ambos extremos todo es oscuro y siniestro. Los extremos se parecen, acostumbran a decir.
Hoy, quien dé el brazo a torcer lo tildarán de traidor. Sean los del Gobierno o los líderes de las marchas, plantones, tomas y vandalismo (No se sabe bien quiénes son todos); entonces vendrá otro escalamiento de violencia. Y todo mundo se lavará las manos. Dirán, “esa fue la voluntad del pueblo”.
Por eso no habrá solución definitiva, porque esa gente del Gobierno Nacional, y los verdaderos patrones de las marchas, no tienen ni Humanismo ni Grandeza.
En medio del Humanismo y de la Grandeza está siempre la gente, el pueblo, el ser humano.
Y esos extremos si sabrán que el pueblo… la gente… el ser humano son los que pueden construir una gran Nación…

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