Desde que la pandemia comenzó, en Montería se tomaron medidas restrictivas, y con el ascenso de contagiados, fallecidos y tasa de letalidad, los controles se han ido apretando.
El principio base para evitar el contagio y la expansión de la enfermedad es guardar el distanciamiento social, evitar reuniones, aglomeraciones, lavarse las manos, etc.
Bajo ese concepto sanitario y en las difíciles condiciones en las que se encuentra la ciudad de Montería se ratificó por parte de la Alcaldía que, “las marchas, caravanas y aglomeraciones no están permitidas. Estamos en fase ascenso de la pandemia por coronavirus, el contagio es comunitario y debemos extremar, todos, las medidas de protección. Con Policía y Secretaría de Gobierno realizamos controles”, precisa un corto escrito en redes sociales de la cuenta oficial de la administración local.
Uno entiende el querer expresar solidaridad a su jefe político, su ídolo, su mentor, o la persona que logró conquistar el afecto de un amplio número de ciudadanos en Colombia. En una verdadera democracia se debe respetar la opinión de la gente y lo más importante el libre derecho a la protesta.
Sin embargo, existen miles de maneras para hacerse sentir y expresar lo que se siente. Este no es el momento de demostrar cuantos carros saqué a la calle, exponerse y exponer a los demás. La pandemia no pregunta si es por una causa noble, pacífica, política, social, etc. Simplemente está a la espera de quien de papaya para contagiarlo.
Seguramente nadie aguantará a quienes quieran salir a demostrarle a Uribe, que son solidarios con él y su situación judicial, pero hay que tener un mayor grado de responsabilidad sanitaria y respeto por las medidas de protección.
Sería ilógico que los que llevaron a Duque al poder, guiados por Uribe, salgan a las calles a romper las medidas que el mismo presidente que montaron ha venido promulgando desde que oficia como conductor de su programa de televisión frente a la pandemia.
Algunos dirán que esas marchas no tienen su efecto porque la decisión judicial está tomada, pero sienta un precedente de popularidad y solidaridad. ¿Esa misma se representará en las urnas para las elecciones para Congreso?, no lo sé, pero para las presidenciales, Centro Democrático tiene su caballo de batalla, “no al comunismo”, “no a la izquierda dañina”, “no a las dictaduras, que como las de Maduro quieren imponer en Colombia”.
Pero funciona también a la inversa, los que no comulgan con Uribe, los de la izquierda, algunos de centro, y los petristas saldrán a responderle con sus posiciones.
De la guerra verbal y de redes sociales, dentro de poco, pasaremos al enfrentamiento de barristas en marchas políticas en el país. La demora es que pase la pandemia.